
Román Riquelme es uno de los jugadores más importantes de la historia de Boca. Ha conseguido muchos títulos, con grandes actuaciones y goles importantes. Sin duda, un jugador importante para la historia de Boca. Ha llegado a ser tan importante, que desde hace ya una década Boca sufre cuando Riquelme no juega, o juega mal. Muchos han tratado y nadie logró cubrir el hueco que deja el dueño de la 10 de boca. Se ha convertido en un eje tan importante en el juego de Boca, que cuando no juega todo sale mal. Juega mal, los jugadores no responden y al equipo le cuesta ganar. Hay como un virus que a Boca le cuesta solucionar.
Cuando en 2002 Riquelme se marcha al Barcelona, comenzó el operativo “buscar enganche”. Walter Gaitán, La Paglia, y Christian Gimenez ya habían tenido oportunidades de llenar el hueco, pero no convencieron al técnico y tuvieron que salir a buscar nuevas variantes. En la búsqueda aparece El Equi González. Si bien su juego podría ser similar al de Riquelme, con pausa, buenos pases en cortado, y gran visión de cancha, no fue del todo convincente y la tribuna no soportó la falta de resultados. El técnico probaba con juveniles como Caneo, y hasta ubicaba a Donnet como enganche. No hubo caso. Por suerte para el pueblo Boquense, Tevez estaba listo para dar el salto y tomó las riendas del ataque. Sin ser un enganche definido, se tiraba más atrás que un delantero normal para crear juego y muchas veces hasta finalizarlo.


Sin todavía poder encontrar quien sea el bendito organizador, se volvió a contratar a un ya deteriorado Insúa. Por supuesto, no rindió. Chavez apareció para apagar fuego en algunos partidos poco importantes. Y hasta tuvimos que ver a ALVARO GONZALEZ jugando de 10. Las idas y vueltas de Riquelme, con triunfos incluidos, hacía que la figura de Román no desaparezca con el tiempo, sino que se mantenga siempre latente. Los nuevos enganches de boca no tuvieron otra que vivir bajo la sombra del 10.
Cuando miramos los partidos de Boca vemos la falta de creatividad de los jugadores. Muchos de ellos crecieron viendo jugar a Román, lo idolatran. Pero en esta idolatría, bajo el liderazgo futbolístico, dejaron dormir la oportunidad de aprender a crear y armar.

Hay jugadores que esperan en el área, corren al vacío y esperan de espaldas para devolver. Pero nadie puede tomar el rol de Riquelme. Su gran juego ha dejado un virus implantado en boca. No hay nadie que le pueda suplantar. Sin embargo, Riquelme ya esta crecido y no se hace mas joven. Los años pasaran y habrá que aprender a vivir sin el. Por ahora el virus no arruinó la computadora. Pero ya habrá que ir buscando a un técnico (o jugador) que tenga un buen antivirus para el virus Riquelme.