miércoles, 30 de marzo de 2011

Me robaron la pasión

No puedo decir que desde chico soy un loco fanático de la selección. El mundial 90 lo viví con 7 años y no tengo muchos recuerdos. La era Basile no me dejó mucho mas que algunos partidos de Diego, la memoriosa presencia de Mcalister y el topetazo en Australia, la vergüenza monumental contra Colombia, y el debut del Burrito Ortega en el mundial entre varias cosas. Pero no era fanático. Con Passarella la cosa mejoró, al menos en lo personal. Me sentí identificado con el equipo, me veía todos los partidos, y sufría ya como un hincha apasionado por la camiseta. Sumándose al equipo de Daniel, estaba el equipo de José. En el Sub 20 comenzaron los años dorados. Equipos formados, con identidad y muchas veces, buen juego.
Luego vino Bielsa. Fui a todos los partidos de las eliminatorias que estuve en el país, y al mundial también. Estaba muy metido con el equipo, y claro, los resultados me llevaban a ilusionarme más. Luego me di un golpe, cosas que pasan en el futbol. Si bien Bielsa debió irse, se resistió y estuvo algo más de un año luchando para mejorar su imagen. Pekerman fue el último de los técnicos que me gustó. Con una idea de juego en la cabeza, rodeo a sus jugadores clave con otros que colaboren con el juego. Creó un equipo, que de tener un poco más de suerte, pudo haber hecho historia. Después de todo, se fue invicto y solo por penales contra el local.
A partir de ahí, las cosas cambiaron para mí. Chau técnicos serios, chau juego. No había más Pekermans, Tocallis, Bielsas, ni técnicos trabajadores. Grondona volvió a apoderarse de la selección como producto propio. Contrató a Basile, un técnico que venía de ganar todo lo que jugó (nada muy importante, claro). Con tal de recaudar plata, vendió una serie de amistosos a un grupo empresario Ruso con una lista de jugadores que deberían estar presentes. Puso a técnicos de tercera en los juveniles. Y luego vino Maradona, papelón mundial contra Alemania, y ahora el Checho. En los juveniles se siguió con la raza “Campeones 86”. Los resultados siempre fueron los mismos: nada.
Ayer me di cuenta de algo. Ya no sigo a la selección como antes. Hasta hace pocos años no existía la posibilidad de perderme un amistoso. Ni de eliminatorias, ni de copa, ni nada. Todos los veranos me veían los torneos de juveniles. Pispeaba varios partidos de los menores de 17 solamente para conocer lo que se venía.
No hay que matar a Garré, ni a Perazzo, técnicos de los menores con inexistente experiencia y pocos conocimientos del futbol. Tampoco a Maradona, un incompetente a la hora de dirigir tácticamente. Y mucho menos a Batista, que a pesar de fracasar en cual equipo toca, se compra su propio discurso “Barcelonista”. Tampoco hay que matar a los Biglias, Sosas, y otros jugadores del tercer montón con aspiraciones a mejorar. El problema viene de más arriba. Viene de un hombre que lentamente se fue apoderando de algo que por un momento, pareció ser de todos. Malos manejos, malas decisiones, y mal gusto fue lo que llevo a que pierda esa pasión por la camiseta. No me doy por vencido por ahora. Quiero volver a ser el de antes. Quiero ser fanático de la selección. Espero que los jugadores, el técnico, o quien sea que pueda, me ayude. Porque con Grondona solo, ya me veo de nuevo cambiando de canal.

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